lunes, 30 de enero de 2017

12 de Noviembre 2016, De Bary, Pellegrini, BsAs, Argentina

La primera parada fue ahí nomás, en De Bary. 
Un ahí nomás totalmente desconocido pero muy familiar para mí, ya que las historias de mi abuela llevaban con frecuencia a un De Bary amigable, teñido de la picardía de tía Daniela, fiestas en el club, reuniones con amigos y mucho cariño.

Me sentí feliz de parar "ahí nomás" y ver este pueblo con mis propios ojos. Deseé profundamente que la tía Daniela saliera a recibirme con su acento español y sus bizcochuelos. Me limité a preguntar por ella pero nadie conocía a la "tía Daniela". Finalmente, por el pellido de familia, encontré la casa que ahora estaba habitada por otras almas y lucía un imponente calefón solar...Felizmente el viejo aljibe había sobrevivido : él sí hablaba de todas esas historias recordadas. Fue en ese momento cuando vi a mi abuela
Aljibe de tía Daniela
sentada junto a la tía Daniela amasando bizcochuelos en el fuentón y sentí la emoción de mis tías ante la inminente fiesta del club que prometía la presencia de los muchachos lindos de la zona. 


La gente se sintió un poquito alborotada al vernos tan cómodamente instalados con nuestra casa rodante. Ése es el momento ideal para convocar: invitamos a los vecinos a nuestra biblioteca a las 17 hs...vendrían? 


Por la tarde armamos todo con el cariño de siempre.A las 17hs vimos a dos mamás con sus hijitos revoloteando cerca en las hamacas de la plaza. Cuando me acerqué para invitarlas reconocí a una de ellas y me llenó de alegría darme cuenta que estaban esperando una señal para acercarse a la Biblioteca.  Esa tarde, la Biblio tendría su razón de ser.
Como ya era la hora y parecía que nadie más del pueblo asomaría, una de las mamás salió a buscar más niños en su auto: regresó con el automóvil cargado para deleite nuestro, fue una caricia al alma ese gesto!
Jugamos felices, cantamos y cuando estábamos en plena lectura aparecieron más mujeres de diversas edades con más niños.Casi con disimulo se acercaron, miraron, leyeron y se fueron.
Las primeras madres, tan ruidosas como llegaron se fueron, cargaron nuevamente el auto con todas sus crías hasta el techo y nos dejaron llenos de agradecimiento y con una sonrisa por dentro. 






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