La primera parada fue Francisco Madero, un pueblo cercano, donde nos esperaban amigos con muchas ganas de compartir experiencias y búsquedas.
Además de pasar unos días encantadores, nos acercamos a la escuela rural gracias a la motivación de dos familias amigas y de Laura, la maestra.
Los chicos participaron armónicamente, a corazón abierto, y la tarde fue hermosa.
Un libro tiene el poder de convocar, de unir. Son pares
de oídos tras los mismos sonidos, pares de ojos tras los mismos trazos y
colores. Varias sonrisas y preguntas y ansiedades tras la misma
historia.
A la banda de Madero. Gracias! |